En el Hospital, estaban operando a un cura de pueblo mientras en el quirófano de al lado fallecía una mujer durante el parto.
Como el equipo médico sabía que la mujer no tenía familia y ante la perspectiva de la infancia del niño en un horfanato, decidieron que la mejor manera de que el niño fuese feliz era entregarselo al cura.
En el momento en el que el párroco estaba despertando de la anestesia, el médico que era un cachondo decidió gastarle una broma.
-¿Y ese bebé que llora?
-Padre, no se lo va a creer pero, las piedras en la besícula, no eran piedras.
-¿Cómo es posible que tuviese un niño en mis entrañas?
-¿Y eso lo pregunta usted, siendo cura?
Pues ahi quedó la cosa, hasta que en su lecho de muerte, el cura hizo llamar a su “sobrino”.
-Juanillo, tengo que confesarte algo…… No soy tu tío.
-Ya me lo imaginaba yo, Don Julián. Siempre he deseado que fuese usted mi padre.
-¿Tu padre? No, yo soy tu madre. Tu padre es el Obispo de Cuenca.
